Vales.

Cuentan que, en los días de la presencia española en Guinea, en Santa Isabel nadie llevaba dinero en efectivo en los bolsillos.

Las deudas se anotaban y para dar fe de ellas se expedían vales, retazos de papel que detallaban el día a día del deudor: visita a la factoría a comprar provisiones, al barbero a cortarse el pelo, al garaje a arreglar el coche, al casino a jugar al mus con los amigos… El dinero se materializaba a final de mes, cuando funcionarios, finqueros y demás trabajadores recibían su nómina. Entonces los propietarios de tal y cual negocio o comercio se embarcaban en un peregrinaje casa por casa para cobrar lo que se les debía. El sistema de los vales se hundió tras la independencia, cuando la desconfianza se apoderó de la población, pero de eso hablaremos otro día.

Fotografía: John Keogh / CC

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